Mi nombre es Araceli y pasé de pesar más de 130 kilos y odiarme profundamente, a ser corredora de larga distancia y ser inmensamente feliz.

Esta era yo en 2018 (izquierda) y así soy yo ahora (derecha)

¿Cómo llegué a ser obesa mórbida?

Desde siempre fui una niña gordita, unas veces más y otras menos, pero siempre con kilos de más. Aprendí lo que era estar a dieta desde bien pronto y ya no dejaría de acompañarme el resto de mi vida.

Mi peso oscilaba, subía y bajaba. Tenía que hacer grandes esfuerzos para mantenerlo más o menos estable, pero nunca estaba en normopeso. Y eso que desde siempre el deporte estuvo en mi vida. No al nivel de ahora pero sí que casi siempre hice algún tipo de ejercicio.

Con el tiempo, esta lucha acabó por vencerme. Tras unos 12 años de lucha con los kilos, me rendí. Sentí que nunca alcanzaría ese cuerpo que tanto deseaba, que en el fondo de mi ser sentía que debía tener. Y no lo sentía así por cuestión estética, sino porque notaba que tenía la necesidad de hacer muchas cosas a nivel físico, y ese cuerpo no me lo permitía.

Y me rendí

Con unos 24-25 años, me abandoné definitivamente. De vez en cuando me ponía a dieta, y aunque físicamente la hacía perfecta, en mi mente ya estaba sentenciado que no iba a servir. La profecía autocumplida se repetía de nuevo, una y otra vez. Aunque me esforzaba, por dentro creía firmemente que no serviría de nada, y así ocurría. 

Llegó un punto en el cual, aunque hiciese la dieta perfectamente y entrenase, no perdía ni un solo gramo. Como comprenderás, esto me sumió en una profunda depresión. Tenía unos 26-27 años y estaba muerta en vida.

Odiaba mi cuerpo a tal punto que no soportaba verlo reflejado en ninguna parte. No permitía que me hiciesen fotos pues odiaba lo que allí salía. No me identificaba con la imagen que veía de mí. 

Si el peso y la imagen no fuese suficiente castigo mental, con menos de 30 años era prehipertensa y la sombra de la diabetes, de la que ya tenía antecedentes en mi familia, me hacían sentir aún peor. Tan joven, pesando 130 kilos, pronto sería además enferma crónica

Físicamente, el deterioro era evidente. Siempre había sido más o menos activa y ahora, subir una triste montaña paseando suponía un gran esfuerzo. Atarme los cordones de las zapatillas ya era difícil. Para viajar en avión debía pedir un alargador del cinturón, pues el que usa toda la gente a mí ya no me servía. Todo esto con apenas 25 años…

Me sentía en la más absoluta miseria. Me avergonzaba profundamente de a lo que había llegado.

Encontré la solución: la cirugía bariátrica

En ese estado, no salía ni quedaba con nadie. Mi vida se limitaba a ir del trabajo a casa. Estaba desperdiciando mis mejores años inmersa en una vorágine de comida y autodesprecio, odiando mi cuerpo profundamente. De repente, se cruzó en mi camino lo que parecía la solución a mis problemas: 

LA CIRUGÍA BARIÁTRICA.

Empecé a informarme, a leer todo lo que encontraba al respecto. Me hice experta en todo lo relacionado con la cirugía bariátrica, siendo enfermera de profesión me resultaba fácil.

Y ahí lo vi claro: te operan el estómago, no la cabeza. Así fue cómo empecé a comprender la importancia de trabajar la mente durante este proceso. 

Te operan el estómago, no la cabeza

Araceli

Mi historia cambió. El 5 de noviembre de 2018 volví a nacer. Ese día, parte de mi cuerpo se quedó en aquel quirófano, pero también se quedó parte de mi ser. O más bien, de aquella máscara que había creado para ocultar mi verdadero yo

Comenzaba el gran camino. Las estadísticas dicen que un gran porcentaje de las personas sometidas a cirugías bariátricas reengordan a partir del tercer año. Pero yo no estaba dispuesta a ser parte de ese dato. Yo quería cambiar, necesitaba cambiar.

Tenía un plan que iría implantando a partir de la operación, pero lo más importante ya lo estaba trabajando: MI MENTE. Sabía de su importancia para que el proceso fuese un éxito y me decidí a cambiarla. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” se convirtió en un mantra y tenía muy claro que lo que marca la diferencia en un proceso de este tipo es la mentalidad:

La forma de pensar que te ha llevado a la obesidad NO te va a sacar de ella. 

En 6 meses perdí 60 kilos y volví a sonreír, volví a vivir.

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Al fin puedo ser quien soy realmente

La vida me cambió completamente, pero porque yo cambié. Entrar en aquel quirófano era mi última oportunidad. Ya había gastado todas las balas. No me servía ninguna dieta ni ejercicio, pero porque lo que no me servía era mi mente. Trabajar en cómo llegué allí era primordial. 

La cirugía hace su función, pero yo tengo que hacer la mía. Por supuesto que adelgazas, es algo básicamente matemático: si no comes, por poco que hagas, adelgazas. Pero ¿qué ocurre cuando el organismo se acostumbra? ¿Qué pasa cuando vamos obligando al estómago a albergar cada vez más comida?

De aquella Araceli que entró a quirófano, poco queda. No soy quien era, ni por fuera ni por dentro. Ahora me acepto como soy, con mis luces y mis sombras, me amo profundamente.

Y esto es lo que quiero compartir con el mundo, cómo pasar de una mente obesa a una sana, feliz y amorosa.

Este cambio, ¿se consigue sólo con operarse?

No, querida conseguidora. Y quién te diga que sí, miente. Miente descaradamente.

Porque la clave del éxito, lo que marca la diferencia en lo que a pérdida de peso mantenida se refiere, es el cambio de mentalidad, porque, repito:

La forma de pensar que te ha llevado a la obesidad NO te va a sacar de ella. 

Araceli

Llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil, pero sí satisfactorio. Me he conocido a niveles que nunca imaginé y he alcanzado metas que ni podía soñar. Y me encantaría compartir contigo el proceso y las herramientas que he desarrollado.

Ahora ser feliz es mi estado natural. Y no pienses que es por algo puramente físico o estético. Para nada. El crecimiento personal que he desarrollado me ha permitido estar en paz conmigo misma y con mi cuerpo. La operación bariátrica no es más que una herramienta, muy útil por cierto, pero no es la solución mágica que te va a arreglar la vida. La vida te la arreglas tú, querida.

Como dije antes, la mayoría de la gente que se opera de cirugía bariátrica, a los 3 años, han recuperado la mayoría de peso perdido. Yo no. Yo perdí 60 kilos en los 6 meses después de la operación, y no he recuperado ni uno.

¿Y por qué yo no he cogido ningún kilo y el resto sí? Porque esto no es físico, va mucho mas allá. No podemos esperar que cambie nuestro aspecto exterior sin cambiar nuestro interior.

Mi propósito: erradicar la obesidad mental

Deseo compartir todas esas enseñanzas con todo aquel a quien pueda ayudar. Mi propósito es acabar con la obesidad. Pero no sólo con la obesidad física, sino también con la mental. ¿Acaso no conoces a miles de personas que logran perder muchos kilos y después lo vuelven a coger? Quizás sea tu caso incluso. Porque adelgazar es fácil, dejar de ser gorda mental no tanto.

Si estas cansada de sentirte mal, estar incómoda con tu cuerpo o sientes que ya ha llegado el momento de ser tu mejor versión. Estés o no en el proceso de ser bariátrica. O estes a punto de operarte, te acabes de operar o lleves varios años en «el otro lado», quédate por aquí porque tengo mucho que aportarte.

Sé de lo que hablo, yo estuve ahí. Sé lo que es odiarse a sí misma.

Y ahora lo quiero compartir. Quiero que todo el mundo pueda alcanzar el nivel de felicidad que tengo yo. Quiero que cada uno encuentre su cuerpo, su propósito, su felicidad…

Quiero que la gente brille, tal y como están destinados a hacer.

Quiero ayudar a la gente a estar sana y feliz, porque creo firmemente que para eso hemos venido a esta vida. 

¿Quieres saber cómo lo hice y cómo me mantengo ahora? Apúntate a mi newsletter, prometo enseñarte cada día un poco de lo que he aprendido este tiempo, te interesa seguro.

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