Como ya sabrás, hago deportes de resistencia, es decir, deportes que se realizan durante muchas horas seguidas. Son deportes duros físicamente, pero sobretodo, mentalmente. No creas que tengo algún tipo de trastorno masoquista que me hace exprimirme durante horas y horas sin más. Nada de eso. El deporte en general, y el de resistencia en especial, me ha dado numerosas lecciones que se pueden aplicar al resto de ámbitos de mi vida. Aquí van 5 de esas lecciones.
1. Si quiero, puedo
Así es conseguidora. Fuera de frases tipo Wonderful, querer es poder. Lo tengo más que demostrado. Lo he hecho numerosas veces en los últimos años.
La clave para conseguirlo o no es cómo es ese querer. ¿Lo quieres realmente? ¿Es un deseo cierto o una frase más sin importancia para ti? ¿Eres capaz de cualquier cosa para lograrlo?
Yo empecé a correr para entrenar una carrera de simplemente 8 kilómetros. Pero siempre quise hacer una maratón. Lo quería de verdad. Y pronto ese fue el objetivo. Y sí, en un año pasé de 8 kilómetros a 42, y tres meses después a 65, y llegaré donde quiera llegar. Porque sí conseguidora, sin duda alguna, querer es poder.
2. La paciencia, esa gran infravalorada
Cuando empezamos algo, con frecuencia lo queremos para ya. Pero las grandes cosas se logran con paciencia.
Esto se vive constantemente en el deporte de resistencia. Todos empezamos por abajo, siendo torpes en aquello que acabamos de iniciar. Pero la práctica insistente, día tras día, con paciencia, sin desesperar, nos dará unos frutos increíbles.
La paciencia es clave en la vida. Todo lo que merece realmente la pena se consigue paso a paso. Es la forma que tiene el universo para asegurarse de que eres merecedor de ello. Cuanto más grande te parezca aquello que quieres lograr, más paciencia debes tener, pero no me cabe duda de que lo obtendrás.
3. Olvida la meta, disfruta del camino
Este punto está muy relacionado con el anterior. Al obsesionarnos con la meta nos podemos desesperar, perder la paciencia, y mandarlo todo al garete.
Para alcanzar grandes cosas, además de paciencia, necesitaremos enamorarnos del proceso. Este enamoramiento no debe ser ciego. Asume y acepta que habrá cosas o días que no te apetecerán hacer, pero debes ser consciente de que son necesarias para alcanzar lo que ansias.
Por esto siempre te digo que lo importante es que aquello que te comprometas a conseguir debe ser realmente significativo para ti. No puede ser la meta de otro que un día te apetece alcanzar pero al siguiente ya no. Si realmente tiene importancia para ti, harás lo que no te gusta o no te apetece hacer porque sabes que es lo que DEBES hacer para obtenerlo.
Disfrutar del camino es hacer lo que debes hacer, pues es una inversión que haces para llegar a donde te has prometido llegar. Disfrutar del camino es ver la parte buena de cada cosa que hagas que te acerca al objetivo. Disfrutar del camino es tener claro que nada ni nadie te va a parar, ni siquiera tú.
4. Cada uno a su ritmo
Y si el punto anterior estaba relacionado con la paciencia, este tampoco está muy alejado. Es muy común que cuando nos planteamos hacer algo o llegar a cierto punto, veamos con cierta envidia a los que lo logran “fácilmente”, a aquellos que ya lo hacen con facilidad.
Lo que no somos capaces de ver que cada uno tenemos unas capacidades diferentes que nos hacen más llano o escarpado el camino.
Pero lo importante aquí no es lo rápido que lleguemos, es que lo hagamos finalmente, que alcancemos eso que deseamos. Y más importante aún, que luchemos y trabajemos por alcanzarlo. Lleguemos o no, antes o después, simplemente ir a por ello ya nos hará crecer. Y esto es lo que queremos en la vida.
5. Soy más todo de lo que me parece
Nuestro pepito grillo interno se empeña, una y otra vez, en hacernos de menos. Nos intenta convencer de que los demás son mejores, más rápidos, más fuerte, más guapos, más inteligentes…
Pero si algo me ha demostrado el deporte, es que la mayoría de lo que nos dice no es verdad. Cuando dejamos de lado esa vocecita interna, sacamos nuestro verdadero valor y somos capaces de ver que somos mucho más de los que nos parece. En todos los sentidos. Resistimos más, saltamos más, levantamos más, llegamos más lejos, aguantamos más. La única que te puede poner límites en la vida eres tú. Así que no te dejes engañar.