Ama el cuerpo que tienes mientras persigues el que quieres. 5 Tips que te ayudarán 

¿Quieres cambiar tu cuerpo? 

Es lo normal. Somos inconformistas. Nunca tenemos suficiente con lo que tenemos. Buscamos mejorar constantemente, o lo que creemos que es mejor. Pero para alcanzar esa supuesta mejora, hemos de empezar por amar lo que ya tenemos.

Nuestro cuerpo actual es el que va a dar lugar a ese que deseamos. Pero lo hará siempre desde el amor y el respeto. Si lo odiamos, lo tratamos mal y renegamos de él, ¿cómo crees que nos va a corresponder?

Para que logres reconciliarte con tu cuerpo, te dejo a continuación 5 claves para amar tu cuerpo desde ya.

1. Agradece.

El cuerpo que tienes actualmente te ha traído hasta donde estás. Quizás no es lo que quisieras tener, pero es la máquina que cada día te da la vida, que te permite hacer tantas y tantas cosas diariamente. 

Por eso, agradece cada mañana que te despiertas, cada día que te levantas de la cama, cada paso que das, cada palabra que emites… Agradece cada día por lo que te permite hacer, y, desde ahí, desde el agradecimiento, intenta cambiar lo que no te convence o lo que te gustaría mejorar de él. Pero tenlo siempre de tu parte. Es tu compañero de vida y el que te llevará hasta donde quieras llegar. Debes estarle agradecida por lo que te proporciona, algo que seguramente haya quien lo envidie porque su cuerpo no se lo puede dar.

2. Háblate de forma excelente.

Tu voz interior es lo que más escuchas cada día, a cada momento. Eres lo que te dices. Eres el fiel reflejo de todo ese discurso que va en tu cabeza constantemente.

Fíjate bien en lo que te dices y en cómo te lo dices. Y esto también se aplica a tu cuerpo. Si cada día te dedicas palabras de desprecio por tu físico, eso será lo que tendrás, lo que atraerás. 

Por lo tanto, aprende a estar presente cada vez más y darte cuenta de lo que te estás diciendo. Cuando notes que te estás hablando mal, corta ese discurso y, aplicando el punto anterior, di algo bonito que te permita tu cuerpo hacer, estoy segura de que no te será difícil.

3. No lo culpes.

¿Realmente piensas que si tu cuerpo fuese diferente, tu vida cambiaría?

La forma física de tu cuerpo no es la responsable de la vida que llevas. La única responsable de estar dónde estás, para bien o para mal, eres tú misma, quien, con tus decisiones del pasado, fuiste eligiendo el punto donde te encuentras ahora.

Para llegar a donde sea que ahora quieres ir, no es tu cuerpo quien te frena. Es tu forma de pensar, de ver las cosas y afrontar la vida lo que debe cambiar para alcanzar ese sitio. 

Sé inteligente, usa tu cuerpo como la herramienta que es, no el enemigo.

4. Muévelo, úsalo.

El cuerpo es una máquina y, como tal, si no la usas se oxida. Esta máquina está perfectamente diseñada para moverse y para disfrutar del movimiento. 

Dale cada día todo el movimiento que puedas, así te harás más consciente de las maravillosas capacidades que te permite hacer. 

Y no me refiero sólo al entrenamiento propiamente dicho, si no a moverse, a subir escaleras, a ir caminando a todos los sitios, a bailar, a saltar… En definitiva: movimiento, acción, VIDA.

5. No lo compares.

¿De qué te puede servir el estar permanentemente comparando tu cuerpo con el de los demás?

Piénsalo un momento. Querer que tu cuerpo se parezca a otro no va a hacer que se transforme en él. 

La comparación no es más que una fuente de insatisfacción sin fin. Puedes pasarte una vida entera deseando el cuerpo de tal o cual famosa o conocida, y eso no hará, ni por asomo, que lo tengas. 

En cambio, si aceptas, amas y respetas el cuerpo que la vida te ha dado, podrás lograr muchísimas más cosas de las que ahora puedes pensar y, quizás, tu cuerpo se acabe pareciendo a ese que deseas.