Agradece a quien te juzga

Más de 30 años de obesidad dan para mucho. Y sí, sigo considerándome obesa. Mi físico ha cambiado, pero en mi cabeza sigue viviendo una gorda en potencia a la cual cada día me enfrento y mantengo a raya.

¿Te sorprende? 

Tal vez, al leer mis post y conocer mi historia, pienses que toda esa basura mental que me llevó hasta ese estado de dejadez y abandono ya no está. Pero nada más lejos de la realidad. Sigue estando. Cada día aparece, no falta a su cita. La diferencia es que ahora ya no me dejo arrastrar por ella. Cuando llega, sé que está ahí, pero no le hago caso.

Además de mi propia vocecita interior, desde fuera, en este tiempo he oído (y aún sigo oyendo), todo tipo de comentarios al respecto, desde un inocente “esto es sin azúcar, lo puedes comer”, al “¿Y cómo TU cuerpo aguanta 65 kilómetros corriendo?”.

No hablan ellos, habla su inconsciente

Con el tiempo, he comprendido que no lo hacen con mala intención (en la mayoría de casos). Simplemente proyectan sus creencias en mí. No son más que el reflejo de los pensamientos que tienen esas personas. No hablan de mí, hablan de ellos. Posiblemente, si estuviesen en mi lugar, no serían capaces. Pero yo sé quién soy, qué he venido a hacer y de lo que soy capaz. No necesito validación externa de nadie. No necesito el permiso de la sociedad para hacer esto o aquello, para comer tal o cualquier cosa, para ponerme esto o lo otro. Y tal vez fracase o me equivoque una y otra vez, pero avanzo, aprendo, crezco, caigo y me levanto, me expando. Sigo experimentando y buscando mis límites y mi esencia. Hago lo que me hace sentir bien y lo disfruto. El resto, es historia.

Usa lo que duele para crecer

Aprendí a usar estos comentarios y actitudes como un punto de apoyo donde coger impulso para volar más alto. Que me digan que no, hace que tenga la certeza de que sí. No puedo elegir lo que la gente opine o diga de mí, pero sí puedo decidir qué hago con esa información. Por eso les doy las gracias, una y mil veces.

La crítica tiene dos utilidades:

  • Confirma que vas por buen camino, pues la crítica nace muchas veces de la envidia, y esta surge al ver que tú estas creciendo y el otro no.
  • Lo puedes usar de impulsor, y, sacando el orgullo que todos llevamos dentro, lograr aquello que los demás no creen que seas capaz.

Las peores críticas te las haces tú

En contra de lo que puedas pensar, en la vida el peor enemigo y juez a quien te vas a enfrentar eres tú misma. Nadie te podrá hacer más daño que tú, puesto que conoces tus puntos débiles.

Y no soy una superheroína ni un muro infranqueable. Yo también dudo muchas veces de mí. Tengo el síndrome de la impostora marcado a fuego. Cuando estoy en una línea de salida, en un entrenamiento o simplemente corriendo por la calle, no puedo evitar compararme con los demás y tener pensamientos negativos sobre mi cuerpo. La diferencia está en que no dejo que eso me detenga: lo hago con dudas y miedos, pero lo hago.

Conseguidora, no te dejes parar por opiniones externas. Si tú crees en ello, hazlo. Ve con todo, pase lo que pase. Puedes ganar o aprender. Y cualquiera de las dos opciones será una victoria.