Todas aquí hemos tenido problemas con el peso. Numerosas veces nos hemos subido a la odiada báscula y nos hemos bajado, en la mayoría de las ocasiones mucho más enfadadas de lo que estábamos al subirnos. Y es que esa maldita cifra nos ha dado pocas alegrías, por lo que es hora de deshacernos de ella.
¿Nos define el peso?
La respuesta es obvia: no.
El peso fluctúa mucho de un día a otro según el ciclo menstrual, la hidratación, la cantidad de ejercicio que hayamos hecho ese o día anteriores, etc. Es tan variable y cambiante, que obviamente no nos puede definir.
Dos personas con el mismo peso pueden tener porcentajes de composición corporal muy diferentes, por lo que el valor absoluto del peso nos dice nada.
Puede ser usado como guía, pero desde luego no define nada sobre nosotras. Somos muchísimo más que un dato, que una cifra. No valemos ni más ni menos por un número.
IMC: una herramienta poco realista
El IMC, o índice de masa corporal, es una herramienta que se utiliza para calcular la masa corporal de una persona, es decir, la “cantidad” de persona que hay por metro cuadrado. Se calcula según la siguiente fórmula:
IMC = peso [kg]/ estatura [m2]
Según el resultado, un IMC superior a 25 indica sobrepeso y si es mayor de 30, estamos ante obesidad.
Pero, ¿es justo esta medida? Pues si estudiamos un poco el caso nos daremos cuenta de que no, de que no siempre es realista lo que nos dice. Por ejemplo, una persona que haga mucho deporte, como un culturista, puede tener un IMC que, a priori, podríamos decir que tiene obesidad, y nada más alejado de la realidad.
Además, tampoco nos indica que estemos saludables o no. Imagina por ejemplo a los conocidos actualmente como “fofi-sanos”. Este tipo de personas, a pesar de tener un IMC correcto, no están sanos, pues se caracterizan por no hacer deporte y alimentarse de forma dudosa.
Por esto, la fiabilidad del IMC es bastante dudosa.
Desengancharnos de la cifra maldita
“Vale Araceli, ¿y qué hago?”, dirás.
Pues te recomiendo coger la cifra con pinzas.
No aconsejo pesarse más de una vez a la semana. A cambio, usa por ejemplo la ropa para saber si el proceso está yendo en la dirección correcta o no.
Por encima de todo, no bases tus objetivos sólo en alcanzar x peso. Ten en cuenta el global, es decir, cómo te sientes, cómo ha cambiado tu mente y forma de ver la vida, si te sientes más feliz… Tal vez estés haciendo una dieta muy estricta que te hace bajar de peso, pero te está amargando la vida, ¿vale la pena entonces perder la felicidad sólo por pesar una determinada cifra?
No debes dejar que tu felicidad dependa de lo que ponga en esa máquina infernal que es la báscula. Úsala si quieres como una guía, pero no debe ser la única.
Conseguidora, di adiós al miedo al número que aparece en la báscula. Es más, deja de pesarte y mide tu progreso con otros marcadores, como