Siempre te digo que no debes compararte, como en este post, que solo te debe importar tu propia evolución y crecimiento. En este artículo te hablo de los dos tipos de comparaciones que existen, pues hay una de ellas que puedes usar como una gran herramienta y te va a ayudar mucho.
Comparaciones para perder
Estas son las comparaciones malas, las que debemos evitar a toda consta. Son aquellas en las que observas con envidia el resultado de los demás y tú sola te dices que no vas a lograrlo.
En este tipo de comparaciones es común usar frases como “ellos han podido porque lo tienen más fácil, pero yo no voy a poder”.
Están basadas, en la mayoría de casos, en la envidia. La envidia surge cuando tú no te crees merecedora de eso que los demás han hecho y a ti te gustaría lograr. Como no crees que lo mereces, no crees que lo puedas alcanzar, por lo que te lo niegas antes de incluso intentarlo.
Estas comparaciones no traen absolutamente nada bueno. Al contrario, te hunden y te hacen actuar desde el victimismo, buscando excusas para quedarte en tu zona de confort.
Comparaciones para ganar
Este tipo de comparaciones sí que son muy útiles. Son aquellas en las que usamos lo que han hecho y logrado los demás para hacernos crecer. Usamos historias externas para inspirarnos y hacernos creer a nosotras mismas que si otra gente ha podido, tú también podrás lograrlo, por supuesto.
Este tipo de comparaciones tiene un valor incalculable y se puede usar en todas las áreas que deseemos, pues en todas ellas encontraremos a un referente que nos haga ver que es posible y que, si ellos llegaron, tú también podrás.
Cómo pasar del primer al segundo tipo
Cuando vivimos inmersas en el primer tipo de comparaciones, estamos siendo víctimas, actuando como tal. Así que, lo primero de todo, será hacernos responsables. Porque sí conseguidora, eres responsable de lo que crees y piensas y, en consecuencia, de lo que haces y tienes.
Por ello, hacerse responsable de que lo que tienes es creación tuya es el primer paso para cambiar de comparaciones para perder a comparaciones para ganar. Porque si crees que no eres merecedor de algo, no lo serás. Pero si crees que sí lo eres, entonces lo creerás. Y para ello, una de las mejores formas es inspirarse en alguien que ya lo haya hecho.
Esto no ocurre de la noche a la mañana, si no que es cuestión de repetirlo una y otra vez. Llevas toda tu vida usando la comparación para perder, por lo que es a lo que está acostumbrada tu mente. Así que debes, poco a poco, hacerle ver que ahora hemos cambiado y pensamos diferente, que lo que antes nos chirriaba, ahora vemos que puede ser un gran ejemplo con el que inspirarnos.
Conseguidora, podemos usar la comparación a nuestro favor. Sé más inteligente que tu mente e inspiraste en otras personas comparándote con ellas y creyendo que puedes alcanzar aquello que tienen y a ti te gustaría tener.