Mide el progreso

“Lo que no se mide no se puede mejorar”. Esto es así. Para saber que vamos por el buen camino, hay que medir el progreso, tanto físico como mental, pues ambos campos están muy relacionados.

Lo que no se mide, no existe

Como decía, es imposible saber que vamos por el camino correcto sin saber lo que hemos cambiado desde que empezamos. 

Por ello, hay que medir el cambio, físico y mental, comparando nuestro yo actual tanto con el yo que empezó el proceso como con el yo ideal que nos marcamos al comenzar. De esta forma, estaremos conociendo si lo que estamos haciendo y las decisiones y actos que hacemos son las correctas.

Como dije unas líneas arriba, debemos medir el cambio tanto físico como mental, pues ambos están tremendamente interrelacionados. No se concibe realizar un cambio a nivel físico duradero sin haber cambiado durante el proceso la mente, pues, a nivel mental, hay ciertos parámetros que no están correctamente y que son los que nos hacen engordar y mantener esos kilos.

Medir el cambio físico

Este punto es de sobra conocido. Quién más y quien menos se ha medido, pesado, calculado el porcentaje de grasa… Cuando llevas años haciendo mil y una dietas, estás más que acostumbrado a ello.

En cambio, creo que la mayoría de mediciones que se realizan con asiduidad para medir el progreso no reflejan exactamente el progreso, pues, sobretodo en las mujeres, nuestro cuerpo varía mucho a lo largo del día, según los hábitos que hayamos tenido ese día, como si hemos entrenado o no, estamos más hidratadas o menos, acabamos de comer o ir al baño… A veces, pueden haber diferencias de 1-2 kilos según el momento del día o, en el caso de las mujeres, del ciclo.

Por lo tanto, mi mejor recomendación es usar fotografías: hacerse una foto cada determinado tiempo te hará ver cómo has evolucionado. De esta forma se reflejará mucho más fielmente el cambio físico que estamos llevando a cabo.

Medir el cambio mental

Además del cambio físico, es tremendamente importante darse cuenta del cambio mental que vamos haciendo. Y es que, como ya he dicho, no se puede hacer un cambio físico que perdure en el tiempo sin, a la vez, cambiar la mente.

Acciones como observar cómo cambia nuestro autodiálogo, lo que nos decimos, cómo nos vemos, a qué le damos importancia, etc. nos hará ver cómo vamos cambiando a nivel mental y, además, darse cuenta de que todo lo que estamos haciendo tiene sentido nos engancha para seguir trabajándolo.

Por eso, conseguidora, te invito a que dediques algún tiempo a la semana a reflexionar sobre ese cambio que estás sufriendo mentalmente. Párate y analízate: ¿cómo me hablo ahora? ¿Sigo hablándome mal? ¿Tengo pensamientos limitantes? ¿En qué podría mejorar? Preguntas así te harán crecer y amar, tanto a ti como al proceso que estás realizando.

Cuidado con los potenciales excesivos

¿Qué quiere decir esto de “los potenciales excesivos”? Pues se refiere a cuando nos aferramos demasiado a un resultado y sólo nos centramos en alcanzarlo, a toda costa, sin darnos cuenta de todo lo bueno que vamos consiguiendo, solo y simplemente, queremos ver ese resultado en nosotras.

Y esto es algo que nos ha pasado a todas, por ejemplo, cuando se nos mete en la cabeza que debemos pesar X y hacemos todo lo posible para que la báscula debe darnos ese número sí o sí, sin importar cómo estamos viviendo el proceso, sobretodo a nivel mental, que es el que más suele sufrir los potenciales excesivos.

Medir el progreso es bueno, pero a la vez hay que tener cuidado y no excedernos. Si nos obsesionamos con las mediciones, podremos caer en la ansiedad y perder el rumbo, centrándonos en alcanzar un resultado en concreto y olvidándonos del camino. Alcanzar los objetivos es importante, pero disfrutar del viaje lo es aún más.

Por ello, es muy importante tener claro el por qué de lo que hacemos. De esta manera, valoraremos mucho más lo que vamos consiguiendo y no sólo el resultado final. Así que, si puedes, incluso antes de empezar el proceso, escribe por qué y para qué quieres hacerlo. Tener bien claros estos conceptos te ayudarán a mantenerte bien alejada de los potenciales excesivos.